El final del absolutismo debía suponer el final de los privilegios de la nobleza. Con ellos debía expirar también la mentalidad que venía asociada a ella. Para un grupo privilegiado que vive de las rentas que le proporcionan sus posesiones heredadas generación tras generación, el hecho de ser productivo, de fomentar los intercambios comerciales y de obtener grandes rendimientos que servirían para invertir en nuevas empresas era algo que simplemente ni se les pasaba por la cabeza.
En la actualidad la huella de ese feudalismo que dio forma al Antiguo Régimen en España hasta la implantación definitiva de un régimen constitucional todavía es visible y con él, dicha mentalidad, que no tiene otra opción que el renovarse o morir.
Significativa es la siguiente entrevista que os ofrezco, realizada a uno de los herederos de la casa de Alba, familia nobiliaria sobradamente conocida por todos, cuyo patrimonio y mentalidad nos sugiere la vuelta (o la permanencia) a tiempos pasados.
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